lunes, 7 de febrero de 2011

Pero también las estrellas con crueles...

En tiempos en que la luna y las estrellas marcaban el ritmo de vida de las personas, y también su destino. En un lugar en el que la luna decidía cuando era momento de sembrar o cosechar, decidía también si era buen momento para la cruza del ganado o para celebrar una boda e incluso si era un buen momento para concebir un vástago. Y en las estrellas se podía leer si habría sequía o si todo saldrían bien en las cosechas, las personas preguntaban muchas cosas a otras personas que podían leer en las estrellas el destino. 
Y nuestro amigo había leído muchas cosas en las estrellas, todas ellas habían resultado tal y como las había leído. Y es que nadie podría leer el futuro si no estuviera escrito en algún lado. Vivía confiando en lo que había leído en las estrellas y había hecho planes respecto a eso. Y todo parecía ir saliendo muy bien.
Pero las estrellas también son crueles...
Y en algún momento las constelaciones cambiaron, las estrellas se movieron, estaban aburridas o quizá solo querían divertirse. Y poco a poco empezaron a jugar con los planes de este chico, como niños pequeños jugando con papeles importantes, primero los arrugaban para terminar rompiéndolos, uno a uno, destrozándolos sin piedad ni arrepentimiento. Y él se dio cuenta pero ¿qué podía hacer? Y fue entonces que se dio cuenta de que las estrellas lo habían traicionado. Pero también se dio cuenta de que las estrellas no estaban ahí para ser leídas, se dio cuenta de que todos nosotros vivimos bajo una tiranía y que todos estamos a merced de la voluntad de las estrellas y se dio cuenta de que también las estrellas son crueles...

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