miércoles, 3 de octubre de 2012

Qué extraño...

"Tú eres la llamada, y yo la respuesta,
Tú eres el deseo, y yo su cumplimiento,
Tú eres la noche, y yo el día.
¿Qué más? Es perfecto.
Perfectamente completo,
Tú y yo, ¿qué mas...?
Qué extraño que pese a todo suframos tanto."

D.H. Lawrence,
Brinda Hennef

viernes, 4 de mayo de 2012

Encantos...

Cabe mencionar que este cuento fue inspirado por un cuento más corto.

Cuando lo leas recordarás ;)

Sin más que decir, aquí lo tienen:

La primera vez que la vi, algo en ella me cautivó, en ese momento no tuve oportunidad de hablarle. Más bien no me atreví pues mi extrema timidez me lo impidió.
Pensé que nunca la volvería a ver de nuevo, como es frecuente que suceda. Sin embargo al otro día la vi de nuevo y nuevamente sentí en mi interior esa sensación tan fuerte. Una atracción indescriptible corría  frenéticamente por mis venas. Entonces surgió en mí una extraña curiosidad de saber qué era lo que causaba esa atracción extrema.
A los siguientes días la miraba tratando de encontrar la respuesta y satisfacer esa curiosidad, que se había tornado en una necesidad. Entonces ella volteó y me quedó mirando fijamente a los ojos y sus labios dibujaron una hermosa sonrisa, dejando al descubierto unos hermosos dientes. En ese instante supe que mi búsqueda había llegado a su fin. Sabía qué era lo que causaba esos sentimientos desorbitantes. Entonces me sin dudarlo me animé a invitarla a salir.
Lamentablemente a los días siguientes sus ojos poco a poco fueron perdiendo su brillo y sus dientes se tornaron opacos y poco a poco fueron adquiriendo un tono amarillento. El darme cuenta de esto me hizo sentir un poco mal y quizá hasta un poco culpable por tenerlos aquí, en mis manos…

sábado, 28 de abril de 2012

Letras en el infinito...


Este era un chico peculiar, lo era porque pareciese que nadie notara su existencia en los lugares a los que iba. Incluso sus maestros en la escuela nunca mencionaban su nombre al pasar lista, pues afirmaban “no lo habían visto al entrar al salón”.  A este chico le gustaba mucho leer. Era su único escape de la “realidad” que a sus ojos no tenía ningún sentido, todo lo que acontecía en el mundo era una aberración y un insulto a la vida misma, asesinatos, secuestros, guerras, crueldad, odio, enfermedades y un sinfín de males no tenían cabida en una mente racional como la de este chico.
Al llegar a casa lo primero que este chico hacía era subir a su habitación a leer. Evitaba formar parte de los problemas familiares. Pues en su casa siempre había algo que discutir. Cuando las cosas se ponían más violentas salía por su ventana con una mochila llena de libros y desaparecía por días, al regresar nadie lo notaba, era como si nunca se hubiera ido, lo cual le venía perfecto.
Cierto día mientras caminaba hacia la escuela se topó con un anciano que vestía de manera extraña, el anciano al igual que todos pareció no notar su presencia caminaba delante del chico. Al dar vuelta en una esquina abruptamente un reloj se le cayó al viejo, al parecer no lo notó, el chico lo recogió y cuando alzó la vista para devolver el artefacto no vio al anciano, era imposible que haya caminado tan rápido como para perderse de vista, sin embargo el chico ya no lo vio. Decidió guardar el reloj en caso de ver a aquel extraño anciano de nuevo.
Al llegar a casa decidió echar un vistazo al reloj, quizá tendría algún grabado que le diera una pista sobre donde podría encontrar a su dueño y devolverlo. No halló nada. Sin embargo al presionar la corona algo extraño sucedió, al principio no lo notó y dejó el reloj en el cajón de su escritorio, se acostó en su cama y se puso a leer. Después de un rato notó que algo raro sucedía, no escuchaba ningún ruido, nadie discutía y en el exterior parecía no haber ninguna actividad. Se asomó por su ventana y tal fue su sorpresa al ver una bandada de aves suspendida en el aire, ninguno de aquellos pájaros se movía. En ese instante el chico no supo qué hacer, bajó a ver si sus familiares habían notado lo mismo pero los encontró inmóviles. Era algo increíble, se detuvo un rato a pensar y entonces se le ocurrió que quizá...
Subió rápidamente y sacó el reloj de su cajón, se acercó a la ventana y presionó la corona de nuevo, al instante volteó hacia donde se encontraba la bandada de aves y se maravilló al ver que ¡se movían de nuevo!
Unos días después el chico había encontrado el uso perfecto para el reloj. En las mañanas al sonar su despertador inmediatamente presionaba la corona del reloj “mágico” y podía dormir todo lo que quisiera, cuando se despertaba tomaba su libro y se ponía a leer hasta que se cansaba, entonces presionaba la corona de nuevo, y volvía a su vida diaria. Mientras se encontraba en la escuela usaba el reloj y leía el tiempo que le apetecía. Desde que hacía uso del reloj había pasado de leer en promedio cuatro libros por semana a leer veinte a la semana. Era increíble, podía entrar a un mundo completamente diferente cuando él quisiera. Y lo mejor es que podía hacer lo que más le gustaba en la vida.
Con el tiempo la cantidad de libros que leía a la semana fue aumentando, cuando presionaba la corona del reloj no tenía manera de medir el tiempo que pasaba desde que detenía el flujo temporal hasta que lo restablecía. Sin embargo le parecía que cada vez pasaba más y más tiempo leyendo, una de esas ocasiones le parecía haber estado leyendo todo un día completo.
Sin notarlo fue adelgazando gradualmente pues generalmente al hacer uso del reloj olvidaba comer o simplemente hacía caso omiso a los avisos que su cuerpo le daba. Nadie notó este cambio en su cuerpo.
Cierto día pasó frente a un espejo al salir del baño y le llamó la atención ver su cara tan demacrada y pálida. Pero esto no le importó. Era feliz leyendo y nada ni nadie lo harían cambiar de opinión.
Al cabo de un mes había leído más de mil libros diferentes. Sin contar los miles que se había iniciado en el viaje del saber.
Llegó a comprender muchas cosas, sin embargo su estado de salud se deterioraba cada vez más y daba la impresión de que envejecía de manera prematura. Y precisamente esto es lo que pasaba, al usar el reloj él era el único ser que continuaba en el flujo temporal normal, había utilizado el reloj tantas ves y por tanto tiempo que había ido envejeciendo, era como si en un segundo pasaran días enteros para él. Comprendió esto muy tarde.
Cierto día al sonar su despertado no fue capaz de apagarlo, ni pudo activar el reloj para dormir un poco más y después leer, pues simplemente ya no le fue posible despertar del que sería a partir de ese momento su eterno sueño...

domingo, 25 de diciembre de 2011

Satán Claus.

-Mira hermanita. ¡Una luz en el cielo!
-¿Tú crees que sea Santa Claus?
-¿Y quién más? ¡Ahí viene, mira!
-Entonces existe. ¡Existe Santa Claus!
-Sí hermanita, solo tienes que creer, y ser una niña buena.
-Oye, ¿pero no debería venir en un trineo de renos?
-¡Claro que sí!
-Pero esas cosas con cuernos no son renos.
-¡Oh no!
-¿Qué pasa?
-¡Corre, hermanita, corre!
-¿Por qué?
-¡No es Santa Claus! ¡Es... es...!

Malditos niños buenos,
mis víctimas son, los detesto,
donde mi vista los descubre, caen envueltos en llamas,
los estrangulo con guirnaldas de Navidad,
me gusta electrocutarlos con series de foquitos,
delante de sus papás;
sepan, niños, que a su viejo gordo barbón
le di a comer su traje rojo
y le metí los cuernos de uno de sus renos por el culo.
Cada año vengo a aplastar a los niños buenos
y a traer regalos a los niños malos,
por eso, en el lugar de donde vengo,
me llaman Satán Claus.

En cuanto a ustedes, niños malos,
dicen por ahí que no merecen nada en Navidad;
que son las peores compañías, la peor escoria.
Este año sí que se han portado mal,
yo he visto cada una de sus perversiones,
y por eso los he venido a premiar.
A ti, Dianita,
que todo el año te acuestas con hombres casados,
te traje unos condones de sabores,
para que ellos te disfruten, y tú a ellos.
Para Pedrito y Pablito,
amantes de los golpes durante los conciertos,
unos guantes con picos, así nadie podrá vencerlos.
Y a ti, Juanito,
que te la pasas de vago jugando futbol en la calle,
a tus treinta y ocho años,
recibe el balón oficial del Mundial de Francia 98.
Estoy al pendiente de ustedes,
por eso, en los callejones metafísicos
me dicen Satán Claus.

Películas cinco equis,
látigos, vibradores, muñecas inflables...
¿qué es lo que más deseas?
En mi costal hay fuego y azufre.
Un auto más rápido para escapar de la policía,
un poco de estrógenos para convencer a esa chica,
y la colección completa del Marqués de Sade, digo,
por si se te agotan las ideas.

Entre peor te portes, mejor para mí,
de más regalos te voy a llenar.
Si buscar placer, envíame una cartita,
sólo escribe: Satán Claus.

Y si en el año tuviste que inclinar la cabeza,
o decir "sí, señor",
no te preocupes, también en mi costal traigo venganzas;
Si alguien te puso los cuernos, sólo dímelo
y yo le haré lo mismo que al gordo barbón.
Puedes confiar en mí,
soy la respuesta a tus oscuras plegarias,
he venido de muy lejos a complacerte.
Ahora ya sabes por qué me dicen Satán Claus.
Yo soy Satán Claus.

-Mario Cruz.

lunes, 31 de octubre de 2011

Como un legado en mi sangre...

Un llamado que viene de siglos atrás. Lo siento por todas mis venas y empieza a despertar en mí como un legado en mi sangre.
La nostalgia me invade al pensar todo lo que perdimos y no podremos recuperar. Todas las palabras quemadas, las construcciones majestuosas derrumbadas. Grandes poetas y gobernantes sacrificados en nombre de la cruz. Me llena de tristeza el saber perdido nuestra lengua nativa. Me llena de indignación el que discriminemos y neguemos nuestras raíces.
Esta noche los vivos reclamamos sus almas, para que vengan en un viaje cansado y largo desde el Mictlán y compartan unas horas entre nosotros, disfruten lo que les ofrecemos para mitigar la sed y hambre que sienten al estar entre los vivos. Hónrenos con su presencia grandes guerreros águila, guerreros jaguar y guerreros flecha. Ustedes que mantuvieron vivo a Tonatiuh con los corazones y sangre de sus enemigos capturados. Todos los que dieron su sangre en muertes floridas. Todos los que murieron bajo el hierro español defendiendo su orgullo e identidad. Sean bienvenidos esta es su noche, disfruten sus ofrendas...

miércoles, 1 de junio de 2011

Luz Nocturna

¿Cuándo cayo la noche? El cielo había estado cambiando de colores por lo que se sintieron minutos pero sabia que eran horas. El teléfono celular sonó por lo que parecía la quitoagesima vez, pero ella no se digno a contestarlo.

- Debería estar en la escuela- Debería.

El turno nocturno no era lo que más le gustaba, por que siempre se perdía el atardecer. Como amaba el atardecer. El cielo prendiéndose fuego y el gran farol naranja cediendo su labor a los pequeños que brillaban a pocos metros sobre la tierra. Era todo tan magnifico y podía sentir que era suyo y solo suyo, incluso si nada más le pertenecía, siquiera su propia persona. El sol, las nubes, el fuego, los colores, los faroles y la oscuridad le pertenecían.

-"Nunca vas a hacer nada de tu vida. "- La voz hacia eco en su mente. Dolorosa, acusadora y furiosa. Ella solo podía desear que se callara de una vez.

Sin mucho más que hacer se dirigió al viejo edificio frente a ella. Era sucio, viejo y denigrado, lo que lo hacia ridículamente familiar. De las peores escuelas de la provincia. Ella solo quería terminar el asunto tan pronto como fuera posible, la vida es demasiado buena para pasarla en un pupitre repitiendo frases vacías de un docente que se arrepintió de serlo antes de terminar el estudio.

En el aula el desorden, el bullicio y la indisciplina hacían imposible la clase. Una manada más de idiotas. Un manojo más de infelices. Pretenciosos de todo cuando no merecían nada. Se sentó al fondo, en la esquina de la ventana. Nadie más ocupaba ese lugar. Sin embargo, la razón es otra historia.

Miro sus manos un segundo. En su imaginación podía ver las cortas uñas bañadas de detergente. Le encantaba la forma en que la espuma jugaba con su piel, todavía podía sentirlo aunque varias horas hubiesen pasado ya.

- Como cartílago de poyo.- Se escucho diciendo a si misma en el más efímero de los susurros. Por fortuna o por desgracia, nadie la escucho.

El teléfono vibro sobre el pupitre. Otra vez, la pareja de su madre, el asqueroso de ojos mirones la llamaba. El hombre la llamaba seguido cuando sabia que no estaba en la casa, le gustaba conversar con ella de cualquier cosa y argumentaba que quisiera que sus hijas fueran como ella, pero ella sabia mejor. Había descubierto la mirada enferma persiguiéndola, su cuerpo y su forma, lo había descubierto probando la puerta del dormitorio en la noche, solo para descubrirla con llave, lo había descubierto con fotos indecentes de su madre en internet.

¿Cuánto tiempo había pasado ya? Un par de años por lo menos. Todo se puso peor cuando su hermano mayor se fue y él se mudo a la casa.

La casa. Estaba a nombre de su hermano, que estaba en el extranjero. Lejos de todo, lejos de ella, cuando mas lo necesitaba. Pero no podía culparlo, el le prometía siempre que iba a volver envuelto en fortuna extranjera para sacarla de la casa y llevársela con el. Sueños, ilusiones, fantasías, niñadas. El pobre iluso peleo toda su vida con el molino de viento cuando el monstruo estaba escondido debajo de la cama.

Ya no importa. La casa era de ellos ahora y el asqueroso se iba de patitas a la calle. Solo necesitaba la llamada correcta.

El modulo de geografía paso sin la vibración del celular. Y cuando sonó en el recreo ella ya estaba segura. Contesto. Una voz masculina se pronunció. No tan agravada. El tono no la sorprendió, las palabras menos.

- Se que lo hiciste vos.- Su voz temblando y su garganta ahogada. Le había costado reconocer su propia voz. Miedo, una emoción que podía usarse. Metió la mano izquierda en el bolsillo interno de la campera. Una campera grande, fea, vieja, rota y gruesa cual bolsa de dormir. Apretó el paquete para asegurarse que todo iba a estar bien por unos años. Si, tranquilamente podían ser unos años. Colgó el teléfono y lo guardo en el bolsillo. Era menor y necesitaba pedir que la buscaran. La policía vendría.

¿Cuántas veces lo había pensado ya? El impulso de romperle el cráneo a la mujer, callarla de una buena vez por todas. Robarle el dinero, que sabia escondía en algún rincón del dormitorio y huir. Pero este día había sido distinto. Sin querer había hecho todo demasiado bien. Cuando los pensamientos se transformaron en acción, fue casi natural seguir un plan trazado por años. Casi en automático, mientras lavaba los platos la mujer había venido a gritarle sus verdades, a lavarle la cabeza con interpretaciones tan irreales que ofendían. Pero en un punto su mente se congelo cuando se la acuso de querer seducir al viejo asqueroso. Épico. Siquiera está segura cuando el deseo se transformo en acción y el cuchillo de mango plástico, un cuchillo común y corriente de filo dentado, atravesó la garganta de su madre mientras gritaba. Ya ni sabía que le gritaba.

- Como cartílago de poyo crudo. – La sensación había sido tan extraña. Uno olvida que los seres humanos, las personas, están hechos de lo mismo que los animales, que son animales. Asesinos, violentos, asquerosos, prepotentes, egoístas y denigrantes. -… Más quiero a mi perra. – La vieja perra había quedado encerrada en el jardín. No quería arriesgarse a que se le acuse a un animal tan gentil de algo así y la sacrifiquen.

Le dieron permiso de salir, pero la policía no iba a ir a buscarla.

- Demasiado ocupados para jugar a taxi. No los culpo.- Cruzo la esquina y el farol amarillo parpadeo sobre ella. El sol sería hermoso si todo salía bien durante la noche. Y esta era definitivamente una noche muy oscura y fría.

Se compró cigarrillos, la marca que fumaba su madre. Esos que se suponen que son elegantes solo por que tienen un nombre raro y son de otro color. Porquerías. Miró el cigarrillo en su boca por arriba de su nariz y recordó que ella no fumaba. Recordó que su madre la estaba matando. Con su ignorancia, su incomprensión, su lejanía y sus acusaciones. Poco tenia que ver el cigarrillo con el chiste que hacia su corazón cuando la mujer le gritaba.

Hizo un nudo con el paquete de diez y lo tiro por encima del techo de la escuela. Se subió al colectivo y se sentó en el fondo. A esconderse en el abultado calor de la campera. Metió la mano en el bolsillo interno y empujo el paquete de papel por el agujero de la esquina hasta que se perdió en el grueso relleno.

Las luces nocturnas captaron sus ojos en el transcurso del viaje y su cansada mente empezó a recordar una vieja canción que su abuela le cantaba. Solo el estribillo sonaba en su mente. "Pequeños soles que alumbran como el día, hermosas estrellas que brillan para mi".

- "Miren cuantas luces."- Canto en voz alta sin tono. Se sentía vacía y triste. Pero sabía que era morir o matar. Con el tiempo encontraría de nuevo los pedazos rotos de su corazón. Resistió las lagrimas las necesitaría para la policía.

En la oscuridad encontró las luces de la calle, siquiera las de la casa brillaban tanto. Cualquier luz puede repeler la oscuridad de una habitación, pero engañar a la noche fuera de la obscuridad, es toda una hazaña. Así se sentía ella. Como un farol nocturno empujando a la oscuridad para hacer sentirse a la noche más segura.

No se había ensuciado con la poca sangre que saltó, así que solo soltó el cuchillo enterrado en la garganta cuando el cuerpo se desplomo en el piso. Dejo los platos a medio lavar y la canilla abierta. Esquivo la escena por el otro lado de la mesa de la cocina-comedor y se dirigió a la alcoba mientras el cuerpo todavía estaba caliente.

Dio vuelta hasta la ultima pizca de polvo, incluso después de haber encontrado el paquete de papel en el que estaba escondido el dinero, el paquete de papel que escondía en el relleno debajo de su brazo. Revolvió la pequeña habitación que servia de estudio y metió la notebook en su mochila, cerró su habitación con llave al salir y dejo la puerta de la casa entreabierta. Se bajo del micro a mitad de camino y dejo la computadora en las vías, la encontraría un curioso con suerte o la destrozaría el tren. Recorrió con extremada calma el resto del camino a la escuela. Huir con el dinero significaba admitir culpa, así que se quedo. Por la casa, por su hermano, por ella misma. Motivo del asesinato: Robo. Único sospechoso: El Asqueroso.

Simple. Con la cocina inundada y el cuerpo sin marcas, la casa revuelta y pocas ganas para ahondar el caso, todo iba a salir como ella quería, no, como ella necesitaba. Solo debía sobrevivir la oscuridad de la noche para ver el sol y cambiar los atardeceres por los amaneceres.


http://grafito81.deviantart.com/

miércoles, 23 de febrero de 2011

Primer Aniversario


1 año =

12 meses =

52 semanas =

365 días =

8,760 horas =

525,600 minutos..

Y aún quedan personajes nuevos por crear,

secuelas que continuar,

pensamientos que en palabras se han de plasmar,

vidas por finiquitar,

sangre que derramar,

oscuros sueños que de nuestra mente no se pueden alejar

porque dentro de nosotros habitan monstruosidades que sólo al escribir pueden escapar, disfrutar.