viernes, 14 de enero de 2011

Un día gris...

A las 6 de la tarde salió a caminar. Caminaba por calles de tierra donde el polvo se elevaba con el paso de caballos que galopaban obedeciendo la histérica orden de sus jinetes. Cruzaba la calle distraídamente y uno de los tantos caballos casi lo atropella, tuvo que ser rápido para poder esquivar al enorme animal, el jinete hizo una maniobra para evitar arrollarlo y por lo visto casi se cae del lomo del equino pero se sostuvo con fuerza, gritó insultos al nuestro descuidado peatón el cual escuchó pero no puso atención a lo que gritaba el exaltado jinete. Siguió su camino, no sabía a donde se dirigía pero seguía caminando, como si nada hubiera pasado.
El día era gris y el frío viento le acariciaba amablemente la cara. Nada ni nadie importaba, estaba solo él y sus pensamientos. Múltiples recuerdos y pensamientos inundaron su mente, se detenía un momento con uno en específico y reflexionaba sobre ese recuerdo o pensamiento en específico, pero ese tipo de días le permitían hacer algo más, le permitían sentir y entonces experimentaba los sentimientos que le traían esos recuerdos y esos pensamientos. Sintió melancolía, confusión, tristeza, nostalgia y añoranza. Se ahogó en ese remolino de memorias y reflexiones.
Cuando recuperó la razón se encontraba tirado en el suelo, rodeado de mucha gente que murmuraba cosas que el no alcanzaba a escuchar. Se sentó, le dolía el cuerpo y la gente murmuraba mas cosas y parecían sorprendidas. A su lado vio un auto con el parabrisas estrellado. Se levantó, el dolor había menguado un poco, y siguió su camino...